Como me cambiaron el vuelo, llegué antes de la hora original a Tuxtla y quise tomar el tour al Cañón del Sumidero ese mismo día, pero el martes no abren la zona de Miradores. En el hotel me dijeron que está de poca madre viéndolo desde arriba (como se veía originalmente) y preferí reservar para el día siguiente.
Pasaron por mi a las 10 de la mañana. A pesar de ser temporada baja, la camioneta venía llena. Nuestro guía era bastante simpático y nos preguntó cuántos miradores queríamos ver, porque aunque existen cinco, uno tiene muchos escalones. En el grupo iban algunas personas de la tercera edad y se optó por dejarlo de lado. Fue honesto y nos dijo que los mejores eran los últimos dos y podíamos tomar más tiempo al final.
No voy a marear con más, las vistas que tienes desde arriba son una chulada y te enganchas. No se escucha ruido, no hay señal de celulares, no hay música, solo tu y tus pensamientos. En el último mirador hay un baños y algunos artesanos que venden ámbar (después les diré lo que aprendí para distinguir el real de las imitaciones). También conocí a Fernando Karushito, un artesano que tiene su canal de YouTube con cuentos y vende la única artesanía chiapaneca que tiene marca registrada, con formas de animales de la región hechas con semillas.